Historia del Museo
El Museo Nacional de la Revolución se encuentra ubicado en Plaza de la República s/n, en los sótanos del Monumento a la Revolución Mexicana, en un área que ocupa 1 721 metros cuadrados. a idea de crear un museo de la Revolución Mexicana inició hace 70 años, en el Departamento de Historia del Museo Nacional, que había iniciado la organización de una colección con el fin de establecer un museo de la Revolución.
Sala 1 De la república triunfante al ocaso de la dictadura.
De 1863 a 1867, los liberales o republicanos defendieron la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma y, encabezados por el presidente Benito Juárez, lucharon contra el invasor francés.
Luego de triunfar sobre éste se impuso la República Restaurada. Benito Juárez permaneció en el poder hasta su muerte en 1872, y lo sustituyó Sebastián Lerdo de Tejada, quien al intentar permanecer en el poder en 1876 se enfrentó a José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia, al Gral. Porfirio Díaz, levantado en armas con un ejército de cerca de cuatro mil hombre y al Gral. Manuel González, quienes lograron expulsar a Lerdo de Tejada del país.
Para fines de ese año, Díaz proclamó el Plan de Tuxtepec y las reformas de Palo Blanco, y con la bandera de la "no reelección" llegó a la presidencia; con él los mexicanos comenzaron una nueva etapa de organización económica, política y social que se prolongaría por más de treinta años, con una interrupción de cuatro años -de 1880 a 1884- en que el Gral. Manuel González ocupó la presidencia. La nueva política agraria se enfocó hacia la intensificación del latifundio, es decir, de las grandes extensiones de tierra en manos de un sólo dueño; esto provocó la expropiación en gran escala de las tierras comunales.
Aunque México era un país eminentemente rural cuyos cultivos principales eran maíz, trigo, frijol y arroz, su producción apenas alcanzaba para el autoconsumo y, a veces, incluso tenía que importarse.
Durante el Porfiriato, la ganadería y la minería se transformaron, especialmente en el norte del país, donde las condiciones climatológicas y la calidad de los suelos superaba en mucho a las del sur; esto significaba, en algún sentido, mejores condiciones de trabajo para los jornaleros.
En el centro predominaba la explotación a los peones acasillados y en el sur la servidumbre por endeudamiento, que degeneraba en esclavitud absoluta. Fue entonces cuando las haciendas lograron su máximo desarrollo. Contaban con grandes extensiones de tierra y cada una era una pequeña isla: ahí estaba la casa del patrón y las habitaciones de los empleados, administrativos y de los artesanos de mayor jerarquía. Había también establos, graneros, capilla para los servicios religiosos y hasta cárcel. Tenía su tienda de raya, conocida así porque algunos patrones pagaban a sus trabajadores con artículos de dicha tienda.
La etapa porfirista, sin embargo, se caracterizó por una evolución intensa de la economía en otros niveles. La penetración del capital extranjero propició el desarrollo del país; Inglaterra, Francia, Alemania, España y Estados Unidos invirtieron en la industria y la minería, con el consecuente restablecimiento del crédito externo, que se había suspendido con la Intervención Francesa.
La inversión extranjera, en especial estadounidense e inglesa, auspició la modernización de la industria textil. Las fábricas aumentaron su capacidad de producción y se amplió el número de trabajadores. Los ingenios azucareros renovaron sus sistemas. La industria cervecera creció y se instalaron fábricas en Monterrey y Orizaba, además de las de Morelos y Puebla. Se incrementó la producción de cigarrillos y puros, papel, aceites y jabones, cemento, loza y vidrio. La siderurgia se transformó al empezar a trabajar en 1903 la Fundidora de Hierro y Acero de Monterrey.
Para lograr ese desarrollo se tuvieron que realizar esfuerzos colosales, en particular para mejorar las vías de comunicación: ferrocarriles, telégrafo y sus complementos tuvieron especial atención. Los ferrocarriles fueron cuidados con esmero desde los tiempos de Juárez, por ser los "introductores del progreso" y por abrir el camino al transporte de materia prima a través de la República y hacia el extranjero, especialmente hacia Estados Unidos. Unas cuantas compañías extranjeras tenían en sus manos la mayor parte de las vías férreas, por lo que en 1908 se crearon los Ferrocarriles Nacionales de México, que absorbieron cerca de 11 000 de los 20 000 kilómetros de vías existentes.
Este gobierno estuvo apoyado por el partido de los Científicos, por el clero católico y por el ejército federal.
Para 1910, el país contaba con más de quince millones de habitantes entre indios, mestizos y blancos. Había ricos muy ricos y pobres demasiado pobres; la clase media se fortalecía. En las ciudades aparecía el proletariado, conformado por obreros, jornaleros y desplazados del campo.
Muy pocos mexicanos tenían acceso a la educación y había grandes grupos de analfabetos. Los intelectuales estaban influidos por la cultura francesa y por la filosofía positivista.
Durante el porfiriato se persiguió especialmente a la prensa independiente; las continuas reelecciones de Díaz hicieron crecer la prensa de oposición y con ella la represión a periodistas, los cateos y la incautación de imprentas. Los periódicos libres denunciaban las condiciones de miseria en que vivían los trabajadores del campo y las ciudades, por ello eran clausurados. Hacia fines del siglo XIX surgieron periódicos que atacaban abiertamente al gobierno y difundían ideas liberales, socialista y anarquistas. Destacaron entre ellos El Hijo del Ahuizote, dirigido por Daniel Cabrera y Jesús Martínez Carrión; El Diablito Rojo, de tendencia obrerista, cuyo caricaturista fue José Guadalupe Posada; El Demócrata, publicado por estudiantes, denunciaba los actos del gobierno. También salió a la luz Regeneración, un periódico del Partido Liberal que pugnaba por la no reelección y por el cambio de gobierno, con demandas de una situación más justa para los obreros, campesinos y el pueblo en general.Sala 2 En defensa de la democracia.
En un contexto de protestas y represión, en 1906 apareció el programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación, firmado en San Luis Missouri por los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, Antonio I. Villareal, Juan y Manuel Sarabia, Librado Rivera y Rosalio Bustamante. En este documento, por primera vez, se planteó la necesidad de luchar contra la dictadura e implantar un sistema de gobierno democrático.
El Partido Liberal Mexicano impulsó un movimiento social que tuvo repercusiones directas en luchas obreras -como las huelgas de Cananea y Río Blanco- y en la formación de clubes y partidos políticos. Para 1908 se había conformado una fuerza suficientemente grande para hacer frente común contra la séptima reelección del Gral. Díaz, planeada para 1910.
Uno de los más destacados defensores del antirreeleccionismo era el coahuilense Francisco I. Madero, quien en 1908 hacía un análisis de la historia de México y planteaba la necesidad de organizar a los mexicanos para el cambio democrático.
En todo el país se formaron clubes contra la reelección de Díaz y, con el lema "Sufragio efectivo. No reelección" se convocó a una Gran Convención Nacional Independiente, que se realizó en la Ciudad de México en abril de 1910. En ella se postularon como candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República a Madero y a Francisco Vázquez Gómez, respectivamente. Madero inició una exitosa campaña electoral, interrumpida en ocasiones por el aparato porfirista que lo encarceló en San Luis Potosí y lo obligó a huir a Estados Unidos. El 26 de junio de 1910 se realizaron las elecciones y, como resultado del fraude electoral, Porfirio Díaz y Ramón Corral fueron designados presidente y vicepresidente para el periodo 1910-1916. En septiembre, el presidente y su séquito celebraban con gran lujo las fiestas del Centenario de la Independencia.
-Revolución maderista.
En el exilio, en San Antonio, Texas, Madero y otros revolucionarios terminaron de redactar el Plan de San Luis, en el que se denunció el fraudulento proceso electoral y se llamó al pueblo a tomar las armas el 20 de noviembre, en defensa de sus más elementales derechos constitucionales.
El Plan de San Luis fue secundado por la mayoría de los dirigentes de los centros anti reeleccionistas que habían sido fundados en toda la república; tal fue el caso de los hermanos Serdán en Puebla, que el 18 de noviembre se enfrentaron al ejército y la policía.
Abraham González, Pascual Orozco y Francisco Villa luchaban en el norte, mientras en el sur lo hacía Emiliano Zapata y su ejército libertador. Para mayo de 1911, después de un enfrentamiento en Ciudad Juárez, Chihuahua, se firmaron los tratados de Ciudad Juárez, en los que se acordó la renuncia de Porfirio Díaz y Ramón Corral; el secretario de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra, como presidente provisional, convocaría a elecciones generales para la presidencia de la República. En noviembre de 1911, Madero era democráticamente electo presidente y José María Pino Suárez vicepresidente.
Sala 3 La lucha popular.
Huerta ordenó la adhesión de los gobernadores a su régimen. La negativa de Abraham González en Chihuahua provocó su asesinato; los gobernadores de Coahuila y Sonora, Venustiano Carranza e Ignacio L. Pesqueira, iniciaron la lucha contra el usurpador. Venustiano Carranza proclamó un plan unificador contra el gobierno de Huerta: el Plan de Guadalupe; en él se desconocía abiertamente su régimen y se formaba el Ejército Constitucionalista, con el propio Carranza al frente.
Este ejército quedó organizado en siete cuerpos militares. Los principales eran del Noroeste, comandado por Álvaro Obregón, el del Noreste con Pablo González al mando y el del Centro, a cuyo frente estaba Pánfilo Natera. Francisco Villa, incorporado también al Ejército Constitucionalista, quedó al mando de su famosa División del Norte. De manera independiente, Emiliano Zapata combatió a Huerta con su Ejército Libertador del Sur.
El senador por Chiapas, Belisario Domínguez, escribió un discurso contra Victoriano Huerta; lo culpaba por la falta de orden y paz, y lo responsabilizaba por el hambre y la miseria del pueblo mexicano. Este discurso costó la vida al Dr. Domínguez.
En abril de 1914 el gobierno norteamericano, con el pretexto de un agravio sufrido por uno de sus buques en Tampico, ordenó la invasión al puerto de Veracruz, por lo que Huerta tuvo que enfrentar la defensa del territorio nacional en un momento crítico para su gobierno, situación que fue aprovechada por Carranza para reforzar sus posiciones.
Los constitucionalistas lograron aniquilar a Victoriano Huerta política y militarmente en julio de 1914. Sin embargo, existían dificultades entre el jefe del Ejército Constitucionalista y algunos de los principales dirigentes populares. Francisco Villa, por ejemplo, impulsaba una política congruente con los intereses de las clases populares, una de cuyas acciones era la expropiación de extensas zonas agrarias. La situación se iba decantando y ésta daba paso a un nuevo conflicto político y social.
A pesar de que algunos revolucionarios como Álvaro Obregón hacían esfuerzos por conciliar a los bandos, en Chihuahua circulaba ya un manifiesto de Francisco Villa que llamaba a los mexicanos a unirse a la División del Norte, exigiendo la renuncia de Carranza y proponiendo la realización de elecciones democráticas, mientras Carranza, en la Ciudad de México, convocaba a los militares más destacados a una convención que inicialmente se llevó a cabo en la Cámara de Diputados, del 1o. al 6 de octubre de 1914, y a la que asistieron algunos gobernadores y reconocidos constitucionalistas, ante la ausencia de representantes de la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur. Se vió la necesidad de trasladar la asamblea a Aguascalientes, lugar neutro, para que participaran todas las facciones incluyendo a villistas y zapatistas.
La Soberana Convención de Aguascalientes nombró a Eulalio Gutiérrez presidente provisional de la República y solicitó las renuncias de Carranza y Villa a sus cargos. Villa aceptó, pero Carranza negó a la Convención autoridad y soberanía para tomar tales medidas, y partió a Veracruz para instalar allí su gobierno.
Así el movimiento armado continuó, acompañado de decretos y leyes que buscaban la legitimidad de ambos gobiernos. El de Carranza (constitucionalista) se impuso sobre el de la Convención, que se había debilitado desde la renuncia de Eulalio Gutiérrez. A fines de 1915, Carranza controlaba la mayor parte de la zona norte, incluyendo las zonas de influencia del ejército villista.
Ante las derrotas sufridas por la División del Norte, el 19 de octubre de 1915 el gobierno de Estados Unidos reconoció el régimen del Primer Jefe Constitucionalista como gobierno de facto. Esto provocó la furia de Villa contra el presidente Woodrow Wilson, pues éste le había ofrecido su apoyo y confianza.
El conflicto entre Villa y el gobierno de Estados Unidos culminó con la muerte de varios estadounidenses de la población de Santa Isabel, Coahuila, y con el ataque de Villa a Columbus, Nuevo México, lo cual trajo como consecuencia la "expedición punitiva", comandada por John J. Pershing, quien se dedicó a perseguir a Villa en territorio mexicano.
No obstante las adversidades, en septiembre de 1916 Carranza controlaba a villistas y zapatistas, quienes aisladamente continuaban su lucha.
Seis años de guerra civil propiciaron desorden en la economía nacional, desabasto, carestía y hambre. Para remediar la situación, Carranza tomó una serie de medidas económicas; quería demostrar que podía tomar el control del país y que tenía un proyecto político y social para resolver los problemas que atravesaba México.
En septiembre de 1916 Venustiano Carranza convocó a la realización del Congreso que daría a México una Constitución. Éste inició sus trabajos en Querétaro el 1o. de diciembre y los concluyó el 31 de enero de 1917. Durante las sesiones, los diputados discutieron cuestiones fundamentales por las que había luchado el pueblo durante siete años consecutivos: quedaban plasmados como derechos el reparto equitativo de la tierra, la jornada máxima de trabajo y el salario justo a los trabajadores, así como la educación gratuita y laica. El 5 de febrero de 1917 se promulgó la nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que actualmente rige la vida de nuestro país.
De esta manera se dio por concluida la guerra civil que vivió México en un intento de cambio y reestructuración económica, política y social. Con la promulgación de la Constitución de 1917 quedó establecido en el máximo documento de la nación, el derecho a la libertad y a la democracia, a condiciones dignas de trabajo, a un reparto equitativo de la tierra, en suma, el derecho a una vida digna para los mexicanos.

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